Sobre 'Cartas a David. Acerca de la homosexualidad' de Jutta Burggraf
- Asier
- 12 ene 2020
- 28 Min. de lectura
Actualizado: 22 mar 2020
(Aclarar que este escrito esta dirigido a una docente de la Universidad de Navarra tras mostrar su voluntad por recibir el feedback de una persona del colectivo LGTB+ ante el texto de Jutta Burggraf)
Como decía en el correo que le envié en septiembre para mostrar mi dificultad a la hora de comentar el texto de Jutta Burggraf por lo duro de su lectura, y mi intención de hacerlo de la mejor manera posible, no sabía muy bien por dónde conducir mi feedback; si sería algo más general (“me ha gustado”, “no”) o resaltando cada punto que llamara mi atención o me ‘chirriase’. Dado que en su despacho me sentí muy cómodo para poder expresarme en confianza, voy a ir señalando varios temas que me sugiere la lectura del texto, destacando algunos puntos clave en epígrafes diferentes y siempre, quiero que quede claro, con respeto hacia Mary y comprendiendo que su intención con su amigo es la mejor desde su modo de ver y comprender la homosexualidad.
Antes de hacer consideraciones al respecto los puntos que veo necesario resaltar, creo que es inevitable explicar de dónde viene mi opinión; quién soy yo y qué valor tiene mi voz en todo esto. Soy Asier, un chico trans y bisexual que ha vivido su infancia en un pueblo de Navarra y su paso a una ciudad más grande (idealmente con menos prejuicios) fue entrando como alumnA en la Universidad de Navarra; un ambiente ‘cerrado’ en cuanto a una ideología propia y muy marcada que te recuerda constantemente qué temas se salen de su camino y, por tanto, deben ser censurados. Es importante porque, por un lado, soy una persona que está dentro del colectivo del que se habla, lo vivo día a día y me afecta personalmente. Y, por otro lado, nunca he estado lo suficientemente cerca de otras personas LGTB+, su movimiento y lucha como para aceptarme fácilmente, empoderarme y poder luchar con criterio, con conocimiento histórico y de causa. Por el contrario, me he visto cuestionado y sin herramientas, lo que me ha hecho sentir solo, incomprendido e incluso, después de una serie de comentarios expuestos en alguna clase, ‘enfermo’. Salir de ahí y coger fuerzas y valentía para enfrentarme, no solo al texto, sino a comentarios del profesorado de esta Universidad o a la sociedad en general es solo un paso necesario. Y es que si algo he descubierto simplemente con mi existencia es que debo luchar por muchos derechos coartados, por tener voz para defender mi realidad y por la aceptación y respeto social. Las personas LGTB+ sufrimos todo tipo de violencias siendo la de mayor magnitud la violencia estructural. Se nos dificulta el acceso a muchos derechos primarios siendo de los más graves todos aquellos relacionados con la salud en el caso de las personas trans (y ni que hablar para las personas trans y migrantes o trans y que padezcan enfermedades mentales, discapacidades o sean personas neurodivergentes). Esto genera mucha frustración y rabia en un colectivo, no solo oprimido, sino muy vulnerable por lo difícil de su comprensión (si no es parte de tu propia realidad) y que se ve obligado constantemente a dar explicaciones, defender su existencia y su derecho a una vida digna compartiendo su identidad plenamente como personas que conforman esta sociedad (hablemos de una sociedad capitalista y ‘desarrollada’ como la europea).
Al leer este texto, como persona dentro de la comunidad LGTB+, siento, como ya he manifestado, frustración. Lo más sano para mí sería no hacerlo, aparcar la lectura y por supuesto, no responder y tratar de mostrar por qué hay tantos puntos conflictivos. Son puntos de ver muy distintos que difícilmente van a llegar a algo. Desde lo que yo recibo, es un ataque-defensa. No son simples opiniones de unas y otras ya que se habla de las realidades que solo una de las partes vive. Y es que encuentro en cada palabra de estas cartas una determinación escondida; el paternalismo por creerse con la verdad absoluta (que no deja de ser la verdad de una persona o grupo de personas, cristianas en este caso) y querer convencer de que su camino es el mejor sin, a mi parecer, escuchar, entender y empatizar realmente con la persona a la que se escribe y lo que esta necesita. Entender que David ha caído en una encrucijada y sin las herramientas que cuiden su estabilidad mental, por lo que se va a ver movido por la fuerza de otras voces o actitudes aparentemente más firmes.
Quiero decir, ¿se preguntó Mary realmente por lo qué estaba pasando su amigo y lo complicado que es encontrarse en un mundo que no te acepta, que te tolera a duras penas por severos prejuicios y que quienes te aceptan, porque tienen en común ese punto concreto de su persona, se ven envueltas en un mundo de depresión, rabia y actitudes ‘tóxicas’ fruto del daño que ese mismo mundo intolerante les arroja? (Teniendo en cuenta el contexto y la imagen de generaciones anteriores de personas homosexuales). ¿Se preguntó Mary si para su amigo seguir la fe cristiana, esa que, aunque repita casi hasta la extenuación que te acepta, no te permite vivirte por completo pues busca “reconducirte”, cambiar ciertas actitudes que se dan en ti de forma espontánea y natural, era realmente lo que necesitaba?
No tenemos por qué estar en ‘guerra’, pero sí comprender que cada cual toma sus caminos y su verdad y lo importante es no opinar de forma machacante y tan acusadora como se hace con el colectivo LGTB+ sin conocerlo. Discursos de odio hacia un colectivo de personas muy diversas que lo único que vive en común es su opresión. Sí, también se machaca a la Iglesia, hasta donde yo veo, por acciones pasadas y hechos concretos que justamente por ser hechos pueden ser criticados o denunciados. Pero si en algún momento estos dos ‘movimientos’ religión-colectivo LGTB+ se han visto enfrentados, es por la persecución del segundo por parte del primero que ha dejado su huella en muchas vidas, mentes y movimientos actuales que siguen yendo en contra o, por lo menos, no a favor. Además, no podemos comparar el ‘poder social’ y calidad de vida de ambos. Aunque personas del colectivo LGTB+ estén llegando a las instituciones, estas solo buscan visibilidad, aceptación y unas leyes en las que se les incluya. Dos breves ejemplos: Puede que a una amiga mía con la que compartía clase en bachillerato se le mirase raro por llevar en 2014 un anillo de castidad, aun yendo toda la clase a Religión. Pero a un amigo mío le han dado una paliza en 2016, necesitando atención médica, por ir de la mano de otro chico, y nadie está impartiendo en las clases una educación sexual que normalice esa entre otras opciones más que se dan en la diversidad sexual para acabar con las agresiones y vejaciones. (Creo que eso era más importante y necesario que colocar un preservativo a un plátano en 3º de E.S.O.).
Entiendo que la fe cristiana tampoco es algo que se escoja, sino que debes buscarla y esta llegar a ti. Entiendo que las personas cristianas puedan verse ofendidas personalmente con criterios en contra de la religión porque es parte de ellas como personas. Y entiendo además que la Iglesia cristiana siempre hace por acoger a aquellas personas que lo necesiten, las de la ‘periferia’. Pero, a veces, parece serle difícil darse cuenta de que hay gente que no quiere ser acogida porque no puede vivir dentro de sus parámetros ya que simplemente no encajan. Que hay personas a quienes lo que se dice en nombre de la buena fe cristiana les está haciendo mucho daño. Que hay quien tiene otra verdad propia y encuentra la felicidad en otros senderos. Y es que es muy importante que esas normas morales y dogmas de la religión cristiana no rompan las barreras de lo religioso e imperen en las leyes, simplemente, porque no acogen los ideales, necesidades y derechos a ser y ser respetadas de todas.
Si alguien no quiere llevar a cabo “prácticas homosexuales”, que no las haga, pero no puede prohibirlas o censurarlas y tacharlas de “enfermizas”, “desviadas” o “dañinas” porque, para empezar, no lo son. Son sus ideas y convicciones, no las de todo el mundo y creo que es una opción personal por lo que no hay que meterse en casa de nadie para decirle dónde colocar un cuadro, el sofá o quiénes deben ser los miembros de su familia. Si se dan esas “prácticas homosexuales” y hay personas que reclaman que su identidad no es la marcada por unos genitales, es porque es una realidad, hay quien se vive feliz con ello y, ¡ah!, no se contagian o “pervierten” por el simple hecho de contemplar y normalizar la opción, ya que no es algo que se elija. Sin embargo, cuanto más reprimida se encuentre una persona; más dudas y miedos se le cedan, más rabia y con una peor o escasa salud mental va a poder sobrevivir. Es lo que le ocurre al amigo de Mary y nos ocurre aún a muchas personas del colectivo en edades cruciales para nuestro pleno desarrollo como personas. Por temor a convertirnos en eso que nos dicen, caemos en ‘manos salvadoras’ que nos amoldan a su gusto sabiendo que realmente algo en nosotras no desea eso.
No dudo en ningún momento del cariño de Mary por su amigo, de su amor hacia él sobre todas las cosas. Pero realmente no le está ayudando como tampoco ayuda al lector al que mantiene alejado de David al no permitirle ver sus respuestas, sino al resumirlas desde su propia voz al comienzo de cada carta. Un ejemplo de la tercera carta sería: “¡Gracias por tu respuesta tan rápida y «espontánea»! No te preocupes: no es ningún shock para mí. Había contado con el hecho de que ibas a mostrar mi carta a tu amigo Paul y, claro, este se enfadó horriblemente: primero hizo unos chistes vulgares, y luego, al advertir tus dudas, te regañó, te pegó, rompió tus apuntes en mil trozos, corrió por el piso y tiró unos vasos, rasgó una cortina y, por fin, salió a la calle, dando un gran puñetazo a la puerta. Cuando estabas solo, y todavía temblando, te pusiste a escribirme, mientras Clarisse lloraba... “. A mí, como lector, me aleja pues dudo de la forma en la que se nos está contando lo sucedido. Dudo de la intencionalidad al mostrárseme ese episodio de la vida de David de una forma tan directa y casi artificial. Es un episodio de violencia, no se puede negar, pero parece que hay un doble juego al unirlo con el ‘mundo de los homosexuales’ y, sobre todo, no se entiende el profundo dolor que recibir esa carta supuso para su “amigo” (otra invalidación como persona homosexual: llamar amigo a quien es su pareja o decir: “Era una relación puramente sexual, aunque tú te imaginabas mucho más en tus fantasías enfermizas” en la cuarta carta).
Desde una voz paternalista, a mi manera de ver, y en ocasiones incluso irónica que parece querer decir “pobrecito, pero claro, normal que estés fatal si sigues luchando por ser así con esa gente tan mala en vez de reprimir tu orientación sexual y seguir mi verdad como te aconsejo yo una y otra vez”; se invalida a David. Un ejemplo que lo muestra, como dice en la segunda carta: “David, perdona que te hable tan claramente. Pero siempre nos hemos dicho la verdad. Sabes bien que te quiero mucho. Eres una de las personas más generosas que he conocido en la vida, un verdadero amigo de tus amigos. Te tengo tanta confianza que estoy segura de que puedes cambiar. Richard y yo estamos dispuestos a ayudarte lo más posible”. No ayuda, adultera.
¿Qué es lo que le ocurre a un niño al que en el colegio le llaman tonto una y otra vez? Que acaba creyendo que es tonto, deja de estudiar y se hunde en una depresión que le hace pensar que no sirve para nada. ¿Qué es lo que le ocurre a un niño que le repiten una y otra vez que quien es, que lo que siente y lo que hace debe cambiar o, peor aún, que es de personas enfermas, de pederastas, de drogadictos? (Cosas que no solo Mary pone en causa-consecuencia en sus cartas, sino que hoy en día, en esta Universidad se sigue hilando y por ejemplo, años atrás, se censuró en uno de los grupos de teatro un personaje trans y fue sustituido por un drogadicto. Al parecer, mostrar eso no mancha tanto la imagen de la Universidad). Lo que ocurre con ese niño es que, como la sociedad le pone barreras para llevar una vida cómoda dentro de la ‘normalidad’ y no quiere entrar en ese mundo del “pecado” al que se ve relegado por su condición según le están avisando las personas que más le quieren, decide acabar con su vida. Y no, no son suicidios, son asesinatos sociales y los estamos permitiendo al jugar con la salud mental de muchas personas a las que además de enfermas, confundidas o que, “no es algo que yo querría para mis hijos”, se les llama victimistas o que buscan llamar la atención.
1.Anotar que no son menores ‘transexuales’. La transexualidad es un término con el que se nos ha patologizado a las personas trans y calificado de enfermas mentales. Lo mismo ocurrió con la homosexualidad u ‘homosexualismo’ y las terapias de conversión que en el colectivo trans no quedan tan lejos. Amigos míos se han enfrentado a ellas y es por eso por lo que ahora reivindicamos el término ‘persona trans*’ que engloba tanto a personas no cisgénero binarias como no binarias, que hayan decidido modificar algún aspecto de su cuerpo o no.
Otro asunto para resaltar del texto en general, antes de pasar a los puntos en los que he decidido dividir mi aporte al tema, es el orden. Me resulta curioso cómo en las primeras cartas se mete mucha cizaña, y en las últimas sin embargo parece que se trate de hacer una ‘limpieza de manos’. Después de haber estado el tiempo en el que se sucedieron las cartas martirizando, y sí, para mí recibir cartas con esas palabras me resultaría un martirio doloroso, al compañero de Mary, parece que quiere mostrarse de su lado y defenderle de otros que van directamente en contra suya. Señalar a otros ‘más poderosos’ en contra, o como cuando Mary narra en la quinta carta mostrando su desagrado lo vivido con Víctor y cómo este, tras 20 años identificándose como uno ahora se oponía a las personas homosexuales, no significa estar del mismo lado. Además, da validez a una “conversión” que no es sin embargo otra cosa que homofobia interiorizada. Víctor se odiaba a sí mismo por no entenderse y por lo que la sociedad y, en este caso, el grupo de cristianos con el que se topa esperaban de él, y ve un camino que le promete felicidad así que quiere acabar con lo que señalaban como germen de su dolor. “Te cuento lo que ocurrió para que conozcas un poco mejor a tu amigo. Nada más sentamos en el salón, Víctor empezó a contar su historia: había practicado la homosexualidad durante casi veinte años, hasta que entró en contacto con un grupo de cristianos (proveniente de San Francisco); poco después visitó un santuario con ellos. ¡Y se convirtió! Según su narración fue una conversión «súbita y total», y «todos los demonios desaparecieron de golpe»; vio con claridad lo «odiosa» que había sido su vida. Con cada frase que pronunciaba, su voz se hacía más alta: «¡No tengáis ningún contacto con los homosexuales!” Una reacción similar, pero en contra del sistema religioso y lo que profesa, sería la crítica que hace con su cuerpo Abel Azcona y lo que él llama su “nacimiento político”. Rabia y frustración canalizadas en ataque.
Personalmente en esta misma Universidad he escuchado cómo compañeros míos me confesaban: “en otras circunstancias sería gay, pero he elegido esto”. Es decir, han reprimido su sexualidad por unas convicciones, que no “educado” como dice Mary en la cuarta carta. Me apena, pero es su camino. Lo han escogido por sí mismos y no por presión externa (o sí desde los dogmas y normas morales recibidas desde pequeños). Pero igualmente, lo que me queda claro es que fe cristiana y vivirse como persona LGTB+ no son cosas compatibles, se nos sigue señalando como diferentes; o un camino u otro. (Al menos en el cristianismo de base, otra cosa es que aparezcan nuevas iglesias que modifiquen su discurso como la Iglesia de la Comunidad Metropolitana o como la Comunidad de Vida Cristiana-CVX Jesuitas).
En la cuarta carta: “Hoy por hoy, la única solución auténticamente cristiana al problema que tienes es la renuncia a todas las prácticas sexuales”. Porque si no, las ideas, van a entrometerse en lo que sientes y eres y va a ser doloroso. La religión cristiana profesa ciertas creencias que nos dejan fuera, en esa ‘periferia’ imaginaria precisamente hacia la que se nos mira, apunta y de la que se opina. En su momento llegué a tener fe, incluso confirmarla. Opino que la sexualidad no define la ideología, pero es necesario tener en cuenta qué o quién te da derechos o quién te los quiere negar; quien te margina a los aledaños.
Si la actitud no es simplemente de escucha y comprensión alejando los prejuicios y centrándose en la persona concreta y su experiencia, que además es una experiencia compartida, pero con opiniones, actitudes y caminos muy distintos, no se está de su lado sino creando una barrera. Un muro que le aleja de lo que realmente siente y le pone en la tesitura de entenderse desde las estructuras mentales que otras tienen heredadas de una manera de pensar muy concreta; muy LGTB-foba aunque tenga la mejor de las intenciones. Si la actitud es señalar a un “amigo” como el malo, uno que era homosexual, pero le desaparecieron los demonios y ha caído en el odio al que se le somete, no se ayuda, sino que confunde.
Recalcar pues que todo el texto centra la homosexualidad en un solo caso del que no tenemos la voz del protagonista y que, además, si se me permite, es muy estereotipado y estigmatizante. Si no va a servir como estudio o debate (cosas innecesarias pues a la heterosexualidad no se la mira con lupa) acerca de la homosexualidad, ¿cuál es realmente la intención de la publicación de las cartas? La introducción que hace Jutta al respecto se pierde con lo que leemos a posteriori. Alienta a no tratar a la persona homosexual como alguien desmerecedora de respeto, pero no a entrar en su mundo para comprenderle realmente sino para ‘salvarle’: “a encaminar a las personas a que descubran el amor, la unión con Dios”. Seguidamente dice: “Por tanto no podemos centrar la moral cristiana en la sexualidad. No todo en el hombre es sexo”. Y yo añado: no todo en el ser humano es encontrarse con Dios.
Dicho esto, paso al primer punto.
1. Conocimiento de una persona LGTB+
“Las creencias nos estancan, las experiencias nos transforman”. -Alejandro Jodorowsky.
He titulado así a este apartado ya que creo muy necesario destacar, y no podemos dejar pasar, que todo lo mencionado en las cartas por parte de Mary lo hace desde el desconocimiento, con la mejor intención como amiga y compañera colegiada del receptor de las cartas, pero sin ser consciente de la problemática ni historia del colectivo LGTB+ y lo que estas personas vivimos. Sin nuestras experiencias. Quiero decir, yo, como persona blanca que además no tiene en su círculo cercano de conocidas a ninguna persona negra, no le puedo decir a una persona racializada qué debe hacer ante la problemática que esta sociedad le plantea por su color de piel, qué es o no racismo y cuál es el camino para que su dolor sea el menor posible porque no puedo llegar a comprender qué significa en esta sociedad ser racializada. No son opresiones comparables, pero sí la actitud de la persona con el privilegio de no salirse de lo normativo frente a la persona que está dentro de la minoría oprimida.
He tratado de tener en consideración y poner en práctica el consejo de un profesor de la Universidad que me pedía que no viese el mundo desde la dualidad de oprimidas-opresoras. Y entiendo que no verme a mí mismo como persona oprimida por ser trans y bisexual podría ayudarme en cuanto a no verme como víctima de este sistema y sanar así ese dolor que se genera. Pero sería ponerme una venda en los ojos para no ver la realidad de que el sistema existe y somos víctimas pues hay verdugos, pero no por ello voy a sufrir y victimizarme más de lo debido. Por el contrario, voy a estudiar la situación y reivindicar mi existencia y mis derechos en voz alta, señalar las injusticias para tratar de que las cosas cambien y lograr una aceptación y normalización de nuestras vivencias.
La realidad es que, por supuesto, por más que me sorprendiese la primera vez que me ocurrió, el caso de Mary como persona cristiana con unos prejuicios tremendos hacia las prácticas de las personas homosexuales no es un caso aparte y que se haya quedado atrás en el tiempo. Aún he escuchado y no dudo que seguiré escuchando en primera persona a amigas cristianas mías decir: “Es que a mí me han enseñado y me parece que las personas bisexuales son todas unas viciosas, no te puede gustar todo el mundo si no es porque solo buscas sexo”. “Es que no quiero compartir escenario con una travesti y que lo vea mi familia y piensen que soy un abanderado de la causa”. “Nunca he conocido a alguien así (refiriéndose a una Drag Queen) y tengo miedo a no saber reaccionar con ella y tratarle mal”. *En teatro cuando dos personajes masculinos debían juntar las cabezas*: “No quiero acercarme mucho a él porque no quiero que piensen que soy homosexual”. Pero por suerte también he podido escuchar: “Eres la primera persona LGTB que conozco y jo, veo que lo que creía sobre vosotros y lo que por ejemplo dicen mis amigos es muy distinto”. “Me alegro de haberte conocido y ver que las personas LGTB también son personas tan buenas y con tanto amor como tú”.
Me enorgullece haber ayudado a limpiar la imagen que tenían del colectivo, pero me duele saber que en un principio me miraban con recelo, dudaban de mí o mis intenciones (como cuando un profesor me llamó a despacho para comprobar que no quería hacer “propaganda gay” con una práctica para clase) y fue un esfuerzo el acercarse a mí y que, de no habernos topado, seguirían difundiendo esas ideas y realmente pensando que son así.
Mary dice en la quinta carta: “Creo que un hipócrita arrogante puede hacer más daño (a sí mismo y a otras personas) que una persona homosexual”, posterior a lo que dice en la cuarta carta: “¿No puede ser esa otra razón del ambiente tan duro y agresivo que, a veces, reina en vuestros grupos? Me parece que muchas personas homosexuales (también Paul) son como niños gravemente heridos en su interior por no haber recibido, de quien sea, el cariño y la comprensión que necesitan. Actúan de un modo forzado y mecánico. Para no sufrir más, se escudan detrás de una máscara, y se presentan duros e insensibles; para superar la soledad, huyen en una búsqueda perniciosa y febril de placer. (También la monótona «lucha entre los sexos» y algunos fenómenos del feminismo radical no me parecen ser otra cosa que el reflejo de un amor traicionado)” …
Exactamente, hacer juicios de verdad como esos o como algunas de mis amigas hacían al comienzo de conocernos sin haber hecho por entender a una persona LGTB+, con la gran cantidad de información que pueden encontrar en Internet hoy en día, puede ser mucho más dañino. Nadie por ser una persona homosexual va a hacer daño a otra si se le permite entenderse como una persona ‘normal’ y completa, ni tampoco a sí misma si comprende que la enferma es la sociedad arrojándole tantos miedos infundados y prejuicios. Tan solo queremos vivir nuestras vidas al máximo desde quienes somos.
Pero para saber todo esto, hace falta algo más que lecturas en Internet o la documentación a través de contenido audiovisual. Es necesario que la persona que no forma parte del colectivo LGTB+ empatice; trate por un momento de alejarse de lo que es y sus privilegios y se ponga en el lugar de la persona LGTB+. Pero de verdad, no como una pobre víctima. ¿Cómo me sentiría si cambiase el adjetivo homosexual por el heterosexual o lo trans por lo cis? “Las prácticas heterosexuales son pecado”. “Ah, ¿eres cis? ¿Y no crees que es por algún trauma?” “Me parece muy bien que seas hetero, yo te acepto, pero no deberías mostrarlo en público y mucho menos formar una familia. Es tu decisión, y asume las consecuencias”. “Si quieres seguir viviendo en esta casa más te vale dejarte de tonterías y dejar de decir que eres hetero”. “Menudo disgusto se va a llevar tu abuela como se entere” etc. ¿Suena absurdo? Dolería escuchar estos comentarios diariamente y no poder hacer nada más que tratar de responder con entereza, ¿verdad? Y esto solo son palabras de personas que te ‘aceptan’.
NECESITAMOS VISIBILIDAD. Y una visibilidad real, fuera de los estereotipos televisivos como la son las mujeres trans prostitutas, cualquier mejor amigo gay amanerado y con exquisito gusto estético al que su familia no acepta, la persona homosexual que ha tenido un pasado traumático, etc. que solo explotan esos prejuicios. (Que también se dan y no tienen nada de malo per-se, pero no es nuestra única realidad y se van desdibujando y caricaturizando cada vez más). Son necesarios personajes LGTB+ en el cine, la televisión, pero también personas LGTB+ detrás de las cámaras plasmando historias y vivencias reales-realistas en los guiones. Normalizando su situación y que salgan del típico ‘gay en el armario’ o personajes a los que les va a ir mal; tramas como las que viviría cualquier personaje cis-heterosexual.
Otra cuestión es creer, más allá de prejuicios en cuanto a actitudes e ideología de las personas que conforman el colectivo, que ser LGTB+ no es natural….
2. Lo ‘natural’.
El eterno debate de la consideración de qué es natural y qué no lo es. Para hablar de esto hay un vídeo que me gusta bastante de una activista trans y cómica española, Elsa Ruiz: https://www.youtube.com/watch?v=aKhzuxjntH0
Y realmente poco más creo que deba añadir, pues no considero que haya un debate válido y definitivo respecto a esto.
Si buscamos ejemplos concretos en el texto, me gustaría comentar en la segunda carta de Mary: “Me dijiste, con mucha sinceridad, que ves en esa confusión sentimental la causa de la homosexualidad, que empezaste a practicar más tarde. Y me explicaste que te sientes obligado, por «solidaridad» con tus amigos, a afirmar en público justamente lo contrario: que la tendencia homosexual sea una «cosa genética»". Ya no es solo la defensa de lo natural sino la búsqueda de unos motivos, una explicación, una causa ante lo que se nos aparece como diferente y por lo tanto incomprendido; muchas veces para buscar la cura; es decir, que están patologizando la homosexualidad. Si buscamos explicaciones a todas las incógnitas que nos presenta nuestra mera existencia como humanos, acabaríamos en cuestiones universales al nivel de la existencia de Dios y justificaciones imposibles. Además, utilizar la confusión de su amigo David para cuestionar la naturaleza de su realidad me parece un acto feo, algo así como desacreditar la opinión de una persona por sufrir TLP, por ejemplo. “Como tienes un trastorno de la personalidad, no sabes lo que quieres” … “Como no sabes responder a los motivos de por qué eres homosexual y tienes un cacao terrible porque te obligamos a buscar respuestas y justificaciones innecesarias a planteamientos absurdos, la homosexualidad no debe ser natural”. ¿Y entre los animales no humanos que tienen comportamientos homosexuales y no se plantean este tipo de razones, tampoco? ¿Será que abusaron de ellos de pequeños? ¿Un desajuste en sus instintos para la reproducción? ¿Una instrumentalización como bien de consumo para satisfacer ciertas necesidades de ser amado, remedio a la soledad como dice Mary en la sexta carta?
Tal vez esté siendo un poco crudo con la interpretación del texto, pero así son los razonamientos que he observado en muchas ocasiones y quedan plasmados en las cartas.
También me gustaría señalar en este punto una comparación en mi opinión nada acertada. En la segunda carta plantea: “¿Te parece una discriminación decir a una persona ciega que no puede conducir un coche?, ¿o a una persona paralítica que no puede subir las escaleras?” Que no puedan hacerlo no significa que no se les deba ayudar a tener una vida lo más digna y con facilidades para lograr hacer lo que el resto. Está claro que no es el caso de la conducción, pero ¿es culpa de la persona con discapacidad visual no ver, o tal vez sea culpa de una sociedad capacitista que no tiene en cuenta otras realidades y que en este caso no pone facilidades a la integración de estas personas como sería llenar la ciudad de carteles en braille? Hay que señalar además que este ejemplo lo utiliza para negar la capacidad de una pareja homosexual de formar una familia, olvidándose de que también hay mujeres con pene u hombres con vagina que son homosexuales o bisexuales y fértiles. (A no ser que lleven un largo periodo en hormonación y debido al desconocimiento de la mayoría de los endocrinos que tratan a personas trans, en su momento, estos no avisaron a los pacientes para tomar las medidas precisas para que no quedaran estériles. Pero este es otro tema demasiado complejo para tratarlo aquí). Y que, aun siendo estériles, su meta en la vida tal vez no sea tener hijos, o tal vez decidan adoptar como la pareja de pingüinos de un zoológico de Sydney.
Mary dice en la quinta carta: “Tener un corazón capaz de amar, un corazón que puede conocer la ansiedad y el sufrimiento, que puede afligirse y conmoverse, es la característica más específica de la naturaleza humanas”. Las personas sentimos tanto el amor como el sufrimiento, al igual que los animales no humanos. La diferencia con estos es que nosotras, viviendo en sociedad, podemos sentir una especie de superioridad ante el resto, el sentirnos con la verdad de cualquier incógnita que se nos plantee como es qué es natural y qué no, lo que deriva en el paternalismo del que ya he hablado y diré más a continuación…
3. Paternalismo
(por el sufrimiento-enfermedad de una persona LGTB+)
Como ya he comentado anteriormente, existe el ‘peligro’ o la tendencia de la persona que goza del privilegio, en este caso, de ser cis-heterosexual, de caer en el paternalismo con el que tratar a la persona oprimida que me temo es donde Mary más cae. En la actualidad tal vez se haya diluido el prejuicio de ver a la persona homosexual como enferma, pero se sigue viendo a la persona LGTB+ como una persona que lo va a pasar mal, que su vida va a ser complicada... Sí. Y no. Más no que sí, depende de cuánto la sociedad haga por complicárnoslo, pero no por el mero hecho de ser una persona LGTB+ vas a dejar de encontrar la felicidad en el ambiente en el que vivas, con tu círculo de amistades, la familia que formes… Puedes llevar una vida totalmente normativa, si es lo que deseas. Los adolescentes o menores LGTB+ necesitan saberlo, tener referentes y no palabras de personas adultas que le contagien esa visión de que es algo duro y por ello no deben ‘salir del armario’, mostrarlo.
Un profesor de esta universidad me ‘aconsejó’ no decir que mi nombre es Asier y mi género el masculino. Que, en lo privado, él me llamaría así, pero para que compañeras no hablasen a mis espaldas, lo escondiese. La madre de mi ex-pareja le decía a su hija que no dijese ni publicase que estaba con otra mujer porque “¿qué va a pensar la familia?” Si no damos ejemplo a nuestras realidades, ¿quién lo va a hacer? Si la gente no tiene referentes LGTB+; no conoce estas realidades, no pueden comprobar que no dejan de ser como la de cualquier persona cis-hetero; con sus buenas actitudes y también las malas. ¿Y si resulta que esas compañeras y esa familia son quienes tienen el problema y muchos prejuicios que limpiar? Si lo escondemos, seguimos siendo invisibles y los prejuicios siguen predominando. El problema no es nuestro; pobres las personas que critican sin conocer.
No necesitamos ayuda más allá que la que puede necesitar una persona cis-hetero en su situación concreta. Va a tener más dificultades en su día a día una persona en situación de calle que una con un techo bajo el que dormir, sí. Pero se trata de ser consciente de ello y facilitarle el sentirse integrada y respetada como persona que es y aportarle lo que pueda necesitar si está en nuestras manos. Cuando, por ejemplo, presenté el TFG sobre este tema, lo que pretendía no era romantizar su situación como me acusó un miembro del jurado en el pitch, sino de cederles la voz a estas personas y acabar con el paternalismo que les arrojamos pensando que ‘pobrecitas que algo hicieron mal en su pasado y ahora no tienen para comer, huelen mal, son infelices’. No son inferiores, ni infelices como pude comprobar. Solo por su situación tienen ciertas necesidades que nosotras con nuestros privilegios vemos cubiertas.
Mary dice en la primera carta: “Estoy dispuesta a llevar la carga contigo, pero sin colaborar en la subcultura que se crea frecuentemente alrededor de la homosexualidad: el mundo de la droga, de la prostitución y pornografía, de la desesperación, en fin.” Como no vemos las cartas de David, no vemos su opinión al respecto. ¿Por qué por ser homosexual está en el mundo de la desesperación, de la droga, la pornografía...? O peor aún como acusa en la tercera carta: “No podemos compararla con el color de la piel; conviene más bien relacionarla con la cleptomanía o el sadismo, que son otras tendencias desorientadas: disponen al sujeto a robar, o a gozar haciendo sufrir a otro”. Estas son las cargas de las personas homosexuales, que ella, como buena amiga quiere ayudar a vencer. ¿Cómo puede relacionar una orientación sexual con esto? ¿Están las personas cis-heterosexuales libres de esto? Es como la falsa verdad que el partido político Vox quiere expandir de que el gran porcentaje de violencia de género en nuestro país es ejercido por personas inmigrantes. Mentira.
Otro problema es que, aunque el caso de David se viese envuelto en este mundo de drogodependencia y pornografía, no es el caso de toda persona homosexual, y al titular el texto ‘Cartas a un homosexual’ todo queda reducido a ello, como si todos los casos fuesen idénticos eliminando precisamente la palabra “persona”. Homosexual no debe dejar de ser un adjetivo y no un sustantivo, antes que LGTB+ somos personas como bien dice Georges Cottier al final del texto. Además, más adelante hablaré de la época y entender esos casos en su contexto.
La cuestión es que Mary y su marido aparecen como los ‘salvadores’ de la enfermedad, que llevarán la “carga” con él para salir de ese mal camino en el que se encuentra su amigo. Pero sin escuchar sus necesidades reales. Es coherente que Mary responda: “Me dijiste aquella tarde, cuando estabas en mi casa, que ya no quieres ser un esclavo de tus pasiones“, pero es que poniéndome en la piel de David, puedo sentir su frustración, su querer huir de todo y, más aún, si él, como yo hace unos meses, no tenía ningún referente y apoyo dentro del activismo que le ayudase a comprenderse como un ser humano completo con plenos derechos y capacidades para llevar una vida digna y, en caso de que por las instituciones no sea el caso, luchar y reivindicarlos. Porque es humano y sus conductas y sentimientos son humanos. “La tendencia homosexual, en cambio, dispone a unos actos gravemente desordenados que hacen daño siempre, tanto a la persona que las realiza como a los demás”. Justo responde a uno de mis argumentos. No tengo nada que comentar a alguien que está demonificándome. Simplemente a veces cansa seguir escuchando. Duelen esas palabras, no es mi realidad, basta de hacerme creer que voy a sufrir o que tengo una desorientación, término con el que Mary trata de justificar que no discrimina a David en la quinta carta... “Escribes que Paul tenía razón: no podéis tolerar más las «discriminaciones». Perdona, David, pero no entiendo eso: ¿en qué te discriminamos Richard y yo? Sabes muy bien que nos espanta lo que hacían los nazis con las personas homosexuales (a las que metían en los campos de concentración). Tampoco nos parece ni justo ni cristiano dejar de lado a una persona por tener una desorientación sexual”.
La frustración por estas palabras es muy difícil canalizarla. Puedes o atacar (a otros o a uno mismo), reprimirte y aceptar que la sociedad es la que es y dejar de ser solo por encajar, o hundirte en ella. Puedes caer en depresión y desde esa vulnerabilidad caer en la trampa de todas esas personas bien intencionadas, que te quieren y por eso te muestran su camino de felicidad, que, sin embargo, no tiene por qué ser el tuyo. La mente buscará una salida y puede reprimir su orientación solo por buscar sentir una mayor calma.
Cartas como estas o frases como las de un amigo mío “te quiero y me interesa conocer, entender qué te pasa. ¿No crees que es un trauma? ¿No crees que con un psiquiatra se cura?” desestabilizan. ¿A caso hay algo malo en mi situación? ¿A caso tengo alguna enfermedad mental que curar? Porque es eso lo que se me está diciendo constantemente, desde el amor y el cariño. ¡Basta!, porque así es cuando se juega y desequilibra la salud mental de una persona que por su condición tanto de orientación o identidad sexual está sufriendo al no terminar de entenderse y planteársele solo más dudas.
4. Derechos y situación actual.
Son tantos los puntos y particularidad que habría que añadir aquí, dependiendo de si tu opresión es por orientación sexual o por tu identidad y sumarle otras circunstancias vitales (migrantes, discapacitadas, neurodivergentes etc.) que simplemente no tengo la capacidad, actualmente, de tratarlo. Pero creo que escuchar las diferentes voces y los distintos movimientos sociales y qué reivindican cada uno de ellos es necesario y no quedarse solo en los círculos que nos tocan personalmente. Las RRSS son una gran herramienta para acerarse, comprender la situación actual y movilizarse.
Derechos de los que se habla en el texto son por ejemplo el matrimonio. En la quinta carta: “la Iglesia nunca ha hablado de un modo tan diferenciado y sensible sobre el amor matrimonial como en las últimas décadas. Bendice este amor entre el hombre y la mujer, y no se muestra nada hostil al cuerpo. Solo habla del pecado, cuando hay un peligro para el amor, cuando se mete el egoísmo. Es una pena que estas enseñanzas sean todavía hoy como un secreto bien guardado”. ¿Es el amor exclusivo de las parejas heterosexuales y el egoísmo de las homosexuales? Tal vez si no se viese como pecado, la persona homosexual podría quererse primero más a sí misma para poder amar a otras plenamente y encontrar así su felicidad. Pero primero tienen que permitirnos querernos por quienes somos, como somos, con nuestras taras si las tenemos.
Además, si vemos la historia del matrimonio, según tengo entendido, apareció como método para unir los bienes entre familias ricas, bastante alejado de lo que es el amor. En un breve vistazo en Internet: “Solamente cuando un miembro de una clase social elevada deseaba transmitir su patrimonio a sus descendientes directos, en vez de que lo reciban otros miembros de la familia o sus amigos, decidía casarse”. Es posteriormente cuando se convierte en una institución que ayuda a definir la estructura de la sociedad al crear lazos de parentescos y se da el término “matrimonio” con la función de procreación; formar una familia ‘matris'. Que la Iglesia se apropie del significado del término y dicte la forma en que Dios quiere que se cree esa familia, me parece, con perdón, codicioso. Georges Cottier: “El matrimonio, sin embargo, es una institución querida por Dios, que nosotros, los hombres, no podemos cambiar según nuestros caprichos. Por tanto, la Iglesia, sin ofender a las personas, tiene que decir la verdad, es decir, «no»”. Nada hay de malo en dos madres, dos padres, o dos personas que se aman y quieren gozar de plenos derechos como familia aunque decidan no tener descendencia.
5. Documentos de interés para entender la historia y lucha por la libertad y despatologuización.
Como decía en la introducción, mi voz se limita a ser parte del colectivo LGTB+, mi activismo por la defensa de nuestros derechos, a algunas publicaciones en Instagram o Twitter, alguna manifestación y, más recientemente, a mi contacto con una asociación de personas trans de la que formo parte desde el pasado octubre. Gracias a esta incorporación, me siento con más fuerzas y con una voz más potente para ello ya que siento el apoyo necesario y me rodeo de personas que tienen las mismas vivencias, problemáticas y miedos que yo. Por eso he logrado completar mi feedback al texto de Jutta.
En septiembre era algo que me costaba mucho e implicaba que mi estabilidad mental se viera afectada. Aún se ve afectada en cierta manera, por eso, aunque está aquí mi respuesta, opino que lo mejor, antes de acudir con dudas, preguntas u opiniones que pueden poner en compromiso a una persona LGTB+ o ser negativas para ella pues puede sentirse entre la espada y la pared como si estuviesen indagando para comprobar si es real o falsa su identidad, por muy buena que sea la intención, lo mejor es buscar algo de información previa de personas que ya hacen activismo y están más preparadas, sobre todo, a nivel psicológico para ello.
Así que, para cerrar el texto, se me ocurren algunos ejemplos:
-Documental sobre “La Rebelión de Stonewall” (2010):
Desde los documentalistas hay erratas como decir ‘orgullo gay’ puesto que actualmente se reivindica mencionarlo, como realmente es, el ‘orgullo LGTB+’. Esto, además de involucrar a todas las realidades del colectivo, devuelve la voz a esas mujeres trans racializadas y en situación de pobreza que comenzaron la lucha y que han sido invisibilizadas por el propio colectivo dando poder en la lucha a hombres cisgénero, blancos, gays, con buen nivel económico y, por supuesto, sin ningún tipo de discapacidad. (El machismo, el racismo, capacitismo, etc afecta a todos los movimientos y debemos tratar de, desde nuestra posición privilegiada, no olvidar otras opresiones y aunarlas en la lucha por los derechos de las personas LGTB para que todas las realidades encuentren su espacio y recuperen su voz).
Con el documental, quiero poner en contexto las ideas acerca de la homosexualidad que imperaban en las televisiones y a las que se han visto sometidos todas las personas LGTB, como comentaba antes que resaltaría. Sientes, por el mensaje de la sociedad en la que vives y te lo crees, que está mal, que has perdido la cabeza, que no tienes futuro y vas a acabar siendo drogodependiente como solución al sentimiento de no pertenencia a la sociedad y porque es lo único que te queda. No puedes trabajar porque los prejuicios sobre tu persona no te lo van a permitir y solo te queda tratar de disfrutar de eso de lo que te privan, el sexo, como forma de autoconfirmarse.
-Documental sobre el orgullo en Madrid (2017):
De cara a conocer un poco más el movimiento LGTB en España. Es importante conocer cómo fue el contexto que vivieron las personas LGTB+ en el pasado, el ambiente, los mensajes que se lanzaba a la sociedad. “Vagos y maleantes”, ¿qué salida queda a ello? Hablamos de no hace tanto tiempo y mentalidades que han quedado estancadas. Podemos verlo también en este fragmento de RTVE.es escuchando los mismos argumentos que se escuchan hoy en día, 40 años después:
- Así veía España la homosexualidad en 1981
-Documental sobre la vida de Marsha P. Johnson:
Marsha, mujer trans y negra que lideró las revueltas de Stonewall. No podemos olvidarnos de ella para entender cómo hemos llegado a lo que en comparación son mejoras en nuestra situación.
-Serie ‘POSE’:
Para seguir comprendiendo un poco las dificultades y la cultura y situación agridulce de las personas trans racializadas, LGTB+ racializadas que se veían marginadas de la sociedad, pero con mucha fuerza de comunidad para lucharlo. Además, nos adentra un poquito en la situación del VIH en EEUU en los 80’s.
- Valero, D. LGTB para principiantes (2019).
Un libro para conocer términos y luchas del movimiento LGTB.
- Barker, M & Scheele, J. Queer: una historia gráfica(2017)
Recomiendo este libro cuando ya se tienen unos conceptos básicos comprendidos. Sin justificar ni posicionarse nunca sobre una teoría u otra, muestra la evolución del concepto Queer a lo largo de los años con sus distintos pensadores y lo necesario de su planteamiento para cuestionar las suposiciones populares sobre sexo, género e identidad.
- Asociación Proyecto Rivera
Asociación formada únicamente por personas trans, no binarias o en cuestionamiento de su identidad de género de la que formo parte desde octubre. En el apartado ‘Quiénes somos’ puedes encontrar un subapartado de ‘autoformación’ con varios textos que desde la asociación hemos creído importantes destacar para entenderse más allá de lo normativo y algún documental como el ‘Test de la vida real’ que muestran nuestras realidades y el cuestionamiento que recibimos constantemente de nuestra identidad.
Hasta aquí es lo que puedo opinar y comentar a día de hoy.
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