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Cierra ya la cajita - La chica dormida

  • Foto del escritor: Asier
    Asier
  • 5 abr 2020
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 31 ago 2020

La directora australiana Rosemary Myers habla del paso de la infancia a la juventud y los miedos que trae consigo este desfiladero entre cambios y nuevas emociones en 'La chica dormida' (2017). Lo hace con un guión de Matthew Whittet; actor en reconocidas películas como 'Moulin Rouge' o 'El Gran Gatsby'.


Se trata de un breve largometraje, tan solo 77 minutos, en los que la protagonista se ve comprometida por su madre a celebrar su 15 cumpleaños, con un vestido también escogido por ella, rodeada de todos sus nuevos compañeros de instituto a los que apenas conoce. Entre ellos, el chico 'friki' que ha mostrado interés por ella, las populares que solo quieren ridiculizarla y, también, el atractivo novio de su hermana mayor.



Lo primero que llama la atención de la película es su lenguaje visual. No solo porque al estar ambientada en los años 70's destaca la dirección de arte, peluquería y vestuario de la época, su colorido... sino que, además, la película está rodada en formato 3:4 convirtiendo la pantalla en la carátula de un vinilo de entonces con varias imágenes dignas de ser portada.



Es la fotografía de Andrew Commins que en ciertas escenas añade el ambiente de lo onírico cuando la protagonista, a mitad del filme, entra en su cajita de la infancia. Es ahí donde se descubren todos los miedos, como un sueño que mezcla elementos de los días previos que han quedado en el subconsciente, y todo aquello que está pasando por la mente de la protagonista se torna en una pesadilla que le persigue.


Esto junto a la una iluminación muy cuidada aumenta la sensación de psicodelia de los 70's. Escenas a bajos frames por minuto, persecuciones donde los personajes corren sin moverse del lugar o montan sobre un caballo aparentemente de cartón logran una sensación de pertenencia al mundo de las pesadillas infantiles.



Y es que son muchos los elementos visuales que recuerdan constantemente estar viendo una película bajo la dirección de una persona concreta que está presente y guía en la trama. Son recurrentes los planos contra planos, los zooms, la forma de narrar el paso del tiempo a través de carteles incrustados en el propio atrezo... que recuerdan que se trata de una ficción.



Sin embargo, todo este lenguaje visual se antoja mucho más atractivo sobre un escenario desde el que hay que llegar, con todo, hasta la última fila. En la película, la suma de todos los elementos se manifiesta recargada.


Lo que queda tras esta parafernalia, es una critica social relegada a un segundo plano. Y es que destaca la mirada de una joven mujer. Myers, con una visión feminista, plasma los sentimientos que, por la socialización como mujer, son casi impuestos para las adolescentes. La preocupación por el tamaño de los pechos, el vestir a la moda, ligar con chicos, etc. Pero lo hace a través de un humor no muy logrado, con el acting exagerado de unos muy buenos actores pero que caricaturizados emperifollan aún más la imagen.

Mi puntuación para esta película es de un 5. Porque, aunque puedes apreciarla por el enternecedor recuerdo de los cambios de la adolescencia; cambios físicos, de humor, la vergüenza, los primeros amores, el adiós a la niñez... el mensaje queda simple como los chistes malos de padre.


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