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El poder de lo representado en pantalla - Don´t f**k with cats

  • Foto del escritor: Asier
    Asier
  • 28 mar 2020
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 22 may 2020

¿Hasta qué punto la ficción modela la realidad? ¿Es el cine una ventana abierta a la observación y con un poderoso atractivo que invita a imitar? ¿Es la admiración por sus protagonistas, que quedan en el recuerdo colectivo logrando la fama, y el deseo de ser conocido justificación suficiente para cometer un crimen? Estas son algunas de las preguntas que Mark Lewis plantea con la serie documental estadounidense en tres actos 'Don´t f**k with cats' (2019).



En él cuenta el caso de Luka Magnotta; un ex-actor porno canadiense obsesionado con su imagen, el cine y el llegar a la fama cueste lo que cueste que en 2012, tras varios cargos previos por agresiones sexuales, estuvo en búsqueda y captura por la interpol en varios países europeos debido a la autoría de un vídeo que mostraba el asesinato de un estudiante asiático; Lin Jun, y que circuló por las redes haciéndose tan viral como seguida fue su persecución por los espectadores de las noticias internacionales. Magnotta logró su cometido.


Esta serie documental narra el suceso desde los primeros "juegos" de Luka a través de la red social Facebook. En ellos trataba de llamar la atención de quienes posteriormente se convertirían en unos fieles seguidores del caso, quienes escandalizados por su primer vídeo; el asesinato de unos pequeños gatitos a sangre fría, querían descubrir quién estaba detrás de tal atrocidad y hacerle pagar por sus actos. Es así como Mark Lewis comienza el documental. Como si viviesen en una película de temática policíaca, los protagonistas narran los motivos para dedicar gran parte de su tiempo a ello y los pasos que fueron dando en su investigación personal. Cómo pista a pista, que ponían en común a través de un grupo de la red social ya mencionada, algunas puestas aposta por el propio Luka para burlarse de ellos al ver que su protagonismo aumentaba, lograron saber quién era y entender poco a poco su psicología; su frialdad, su narcisismo y obsesiones.



Vídeo a vídeo, huella a huella, descubrimiento tras descubrimiento hasta comprender los motivos que le movieron a cometer el último, más sangriento y más sonado de sus crímenes. Son los protagonistas del grupo de Facebook y que más involucrados en el caso estuvieron los que cuentan los sucesos en órden cronológico, en forma de entrevista y respaldados por reconstrucciones de los mensajes del grupo, de las escenas que vivieron, además de material de archivo como grabaciones de castings, periódicos, noticias televisadas o imágenes de aplicaciones o páginas web como google maps o lectores faciales de los que hicieron uso y que logran revivir la investigación al espectador.


Lo hacen además desde una subjetividad tan sincera por haber vivido el caso en primera persona (aunque a través de las pantallas) que no dudan en parar a llorar si lo necesitan al recordar las imágenes o en mirar a cámara llamados por la necesidad de que lo aprendido sea escuchado. Es así como Lewis aporta una crítica a las nuevas tecnologías y las redes sociales. Haciendo visible el panorama que dejan las nuevas formas de comunicación en cuanto a dar voz a todo tipo de individuos, entre ellos, mentes enfermizas capaces de lo que sea por hacerse escuchar en un mundo donde fuera de las pantallas no tienen voz.



Incluso la madre del propio Luka interviene en la narración para adjuntar conocimientos claves sobre la vida de su hijo y su amor por el cine. Darle una voz en este caso de defensa planteando una duda importante pero muy rápidamente respondida por los que a través de sus ordenadores sin embargo consiguieron conocerle de forma más transparente que ella. El cine. El cine es la clave en la mente de quien vive en la realidad de las pantallas.


Calificaría este documental con un 9 y no una cifra mayor porque aunque el final me parece muy acertado, recogiendo lo sembrado en los capítulos anteriores de forma sublime, abriéndonos los ojos a los espectadores que quedamos maravillados con la respuesta a la gran pregunta, sin embargo la mirada a cámara final me parece que rompe una pared y da redundancia, recreándose al explicitar en exceso el mensaje.



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