Presencia - Columbus
- Asier
- 15 nov 2018
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 12 may 2020
El director japonés Kogonada, amante del cine y lo demuestra en sus vídeo ensayos como ‘Eyes of Hitchcock’, ‘Hands of Bresson’, ‘Godard in fragments’ etc, se estrena como guionista y director en largometrajes de ficción con ‘Columbus’ (2017) para dar una lección sobre aspectos mismos de la cinematografía.
Desde el propio guión, que nada tiene que ver con un “drama coreano,” trata el estilo que inspirado por Yasujiro Ozus él mismo va a seguir. La base de la literatura aparece en el prefacio del largometraje, el trabajo de Jin o los flashforwards. Pero sobre todo el arte, el modernismo y la simetría, que tanto aprecian los protagonistas en esta oda a la arquitectura de la ciudad de Columbus se hace explícita, no solo en el mismo guión, sino también con la fotografía y dirección de arte muy cuidada, simétrica o no por elección, con la uniformidad de colores o poniendo contrarios en otros casos, o con detalles como los libros de las estanterías o las telas de los cojines.
La localización también tiene mucha importancia como comprobamos desde el título. No solo por ser una ciudad tan especial para la arquitectura norteamericana del siglo XX, sino por aquello que ya conocemos y nuestra mirada obvia. La presencia y la ausencia. Columbus da pie a hablar sobre la diferencia en la apreciación de algo bello cuando se nos presenta como algo nuevo, exótico, o cuando, como a Casey a pesar de lo acostumbrada a su ciudad, sabe apreciarla mejor que cualquier otra persona. Así para quien no conoce Columbus aparece como un lugar mágico de gran belleza arquitectónica del que sin embargo solo tenemos la mirada de los protagonistas. No sabemos localizar cada edificio en un plano de la ciudad sino que son las miradas especiales de Jin y Casey las que nos hacen ver. Y también los protagonistas se hacen ver el uno al otro aspectos importantes de sus vidas; el cariño a un padre o la necesidad de distanciamiento de una madre. Como Jin señala por apuntes de su propio padre: “Ver lo invisible, casi visible, siempre visible”. Pero hay que saber mirar.

Una mirada que nunca debe sobrepasar la intimidad. Kogonada lo deja explícito en escenas como en la que Casey le confiesa a Jin porqué le gusta uno de los edificios. De pronto estamos tras la pared acristalada y no podemos descubrir sus verdaderas razones, no le oímos aunque le veamos. En algún plano incluso los personajes nos dan la espalda o los protagonistas se enfadan entre ellos por darse lecciones como si se conociesen desde siempre. Este director tiene un gran respeto por sus protagonistas y será poco a poco cuando Casey se nos desnude, se vuelva transparente y relate su infancia tan dolorosa por la adicción de su madre; cuando nos descubra su realidad como la cristalera le descubre a ella misma que su madre le miente. Kogonada respeta incluso más aún a los personajes secundarios pues nunca vemos sus rostros directamente en los momentos más vulnerables; como cuando el padre de Jin se encuentra en el hospital, Jin y su madrastra tienen un encuentro o la madre de Casey duerme. Momentos en los que les vemos a través de espejos.

Y es que a veces, como dice Casey, lo sutil se saborea mejor. Los personajes se nos presentan de forma enigmática al comienzo. Además, ‘Columbus’ es una película lenta para poder saborear su estética poco a poco y paladear ese guión que nos hace querer saber más. El director juega con el espectador hasta el final, maneja nuestra mirada y atención a su antojo. En una de las escenas de Casey con su compañero de trabajo, ambos tienen una conversación sobre a qué prestamos atención según nuestras predilecciones. Mientras tanto, de fondo aparece un trabajador regando las plantas quien sin duda capta más nuestro interés que el diálogo en sí; caemos en su trampa.
Trampas del filme como algún pequeño fallo de raccord, que sin embargo, gracias a que los aspectos técnicos están tan bien cuidados como las transiciones por concepto, la altura o inclinación de los planos, el eje… se pasan por alto haciendo que la película verdaderamente nos parezca perfecta.
Por eso, mi nota para este largometraje es de un 9’7.
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